Hoy se cumple medio siglo de la fundación del Movimiento de Renovación y Cambio encabezado por Raúl Alfonsín, creo que es un momento importante para recordarlo, no solo por una cuestión numérica del calendario, sino porque el radicalismo atraviesa uno de los momentos más oscuros, conservadores y reaccionarios de toda su historia y aquellos tiempos e ideas pueden ser ilustrativos de los rumbos por los cuales debería transitar.
El golpe de Estado de 1966, “trató de crear una autocracia modernizadora que cambiase la sociedad desde arriba, con o sin respaldo popular.” (Rock, 1989: 429) Luego de los primeros intentos nacionalistas, este gobierno designó como Ministro de Economía a Albert Krieger Vasena, quien puso en ejecución un plan de ajuste que hacia 1969 produjo un estallido social importante en diversos puntos del país (Córdoba, Rosario, etc.), que ocasionó el relevamiento del ministro primero y del dictador después. Asumió la presidencia el general Levingston, quien tuvo poca duración en el cargo. Lanusse, a su vez lo reemplazó y llamó a elecciones.
El golpe del 66 les da la fuerza a muchos radicales para cambiar su pasiva actitud y entender que no bastaba con un buen gobierno, ya que el de Illia lo había sido, y había caído en la más grande de las indiferencias populares. Esta actitud se notó en los jóvenes radicales que en 1968 fundaron la Junta Coordinadora de la Juventud Radical y denunciaron la indiferencia partidaria exigiendo la reformulación del partido como herramienta de la unidad popular:
Acá hay que arrancar desde el treinta, hay que recordar quiénes eran los radicales que criticaban a Yrigoyen y terminaron haciéndole el caldo gordo a Uriburu. Y hacia fuera hay que dejarse de joder con el antiperonismo, acá hay que unir a las fuerzas populares. (Anguita y Caparrós, 1997: 116)
Estas ideas: la unidad popular, la adopción del movimentismo, el abandono del antiperonismo tiene en este sector joven, y sobre todo a Sergio Karakachoff como uno de sus principales impulsores. Para ello era necesario un cambio metodológico fundado en “sacar el partido fuera de los comités. Esa es la manera de lograr la unidad: en la acción.” (Anguita y Caparrós, 1997: 127) Pero esto no fue una cuestión discursiva sino también práctica como lo demuestran las relaciones con organizaciones de lucha contra la dictadura como la participación en las luchas del Cordobazo de los Jóvenes Coordinadores, en la CGT de los Argentinos, o la defensa de los mártires de Trelew en las que Mario Amaya e Hipólito Solari Irigoyen fueron protagonistas.
Muchos
se alejaron de su referencia política que hasta ese momento tenían, como era el
balbinismo, para tratar de recuperar la raigambre yrigoyenista del partido, su
característica movimentista, y por eso no dudaron a principio de los 70 en
conformar el Movimiento de Renovación y Cambio junto a Raúl Alfonsín – otro de
los dirigentes partidarios que lucharon contra la dictadura de Onganía -.
Cuando en septiembre de 1970 Alfonsín estaba preparando
el lanzamiento del Movimiento de Renovación y Cambio, su corriente interna para
pelear la conducción nacional del radicalismo, estos jóvenes desde su periódico
En Lucha dijeron:
...
el radicalismo es la causa frente al régimen. Es decir, expresión emanada de
las mayorías populares y a su servicio, en tanto que definitivamente enfrentada
con los sectores del privilegio... De lo que se trata es de reivindicar el
concepto, de la más pura estirpe yrigoyenista, de que el destino del
radicalismo esta indisolublemente unido a las mayorías populares. Si ambos se
han separado es porque el radicalismo no ha sabido interpretar ni conducir a
las mayorías; es decir no ha estado a la altura de su cometido histórico... (Anguita y
Caparrós, 1997: 515)
La
recuperación de ese carácter tiene como culminación de esta etapa el documento
llamado Manifiesto del Movimiento
Renovador Nacional de septiembre de 1972 y la plataforma partidaria para la
elección de 1973.
El Manifiesto... es el documento
fundacional del Movimiento de Renovación y Cambio. Esta enfrentó a Balbín que
desde la división del partido se había consolidado en la conducción. En su seno
convergieron desprendimientos del propio balbinismo, del unionismo y del
sabattinismo, aunque también tenía una presencia juvenil importante. Es una
corriente fuertemente renovadora desde el punto de vista ideológico ya que en
sus principales participantes se perciben las “influencias del socialismo
humanismo (notable en el pensamiento Alfonsín y de otros redactores del
manifiesto), especialmente a través de Erich Fromm y Karl Manheim” (Álvarez
Guerrero, 1990: 84)
La Convención decidió incluir en su plataforma la
nacionalización de la banca y el comercio exterior, un nuevo marco regulatorio
para las inversiones extranjeras y límites a la injerencia de organismos de
crédito internacionales.
Que lejos de todo esto, ¿no?
(*) Parte de este texto fue extraído de Simonoff (1999)
Bibliografía
Álvarez Guerrero, Osvaldo. 1990. Las razones de la Libertad. Las plataformas de la UCR. Buenos Aires, Lugar.
Anguita,
Eduardo y Caparrós, Martín. 1997. La Voluntad. Una historia de la militancia
revolucionaria en la Argentina. Tomo 1: 1966-1973. Buenos Aires, Norma.
Rock, David. 1989. Argentina 1516-1987. De la
colonización hasta Alfonsín. Buenos Aires, Alianza.
Simonoff,
Alejandro, 1999. Una Interpretación de la Historia del Radicalismo. La
Plata, Bloque de Concejales de la UCR.
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