domingo, 9 de octubre de 2016

No son las Malvinas, es la política exterior

Quiero compartir con ustedes algunas reflexiones sobre la Cuestión Malvinas y la actual política externa argentina:

El anuncio de un comunicado conjunto argentino-británico generó una intensa polémica en medios académicos y políticos.
En agosto la nueva Premier Británica, Theresa May, envió una carta al Presidente Macri abogando por la negociación de temas relegados en la agenda bilateral, y de interés británico, como la ampliación de las frecuencias de vuelos y el “levantamiento de las restricciones” para las actividades pesqueras y petroleras.
Un mes después de estos pedidos fueron tomados en cuenta por la administración de Cambiemos y expresados en dicha comunicación, donde a esos temas se le incorporó la identificación de los caídos cuyos restos reposan en el cementerio de Darwin, y se incluyó el respeto por la fórmula del paragua de la soberanía.
Como hace 20 años, se habilitaría la extracción y explotación de recursos naturales que también son objeto de disputa, bajo la promesa de hacerlos conjuntamente -cosa que en el pasado ya se impidió- y se difiere sine die la cuestión de fondo.
 Pero nada de esto debería sorprender, ya que desde la Cancillería en varias declaraciones oficiales expresó el camino a seguir, como en la reunión bilateral de mayo, éste consistía en aceptar el desacuerdo por Malvinas, pero que ello “no debe obstaculizar el desarrollo de una agenda positiva más amplia.”
El compromiso por despejar esa agenda de los temas de petróleo y pesca que es una solución a los problemas logísticos y de costos de las explotaciones económicas de nuestros recursos para los británicos, pareciera desarrollarse al margen de ciertos eventos positivos como la confirmación de la ampliación de nuestros límites marítimos y el Brexit.
El excesivo interés por “hacer negocios, comercio, inversión”, junto con descuidar algunas vinculaciones políticas, lleva a subordinar la disputa de soberanía, Por ello, no ocupa un lugar relevante y resulta evidente la incomodidad que genera, ya que el reclamo complica la estrategia internacional del gobierno.
Ella fue definida por el Presidente Macri la ha definido en su reciente visita a las Naciones Unidas como el desafió de “adaptarnos a las nuevas realidades de la interdependencia mundial.” Esta definición evidencia cuál es su percepción de esta tarea: el país debe “adaptarse” al mundo, asumiendo claramente un rol pasivo y no interactuando con él, salvo como mero espectador.
Además la percepción de la “interdependencia mundial” está marcada por el decálogo de la ideología neoliberal al suponer que el mundo es homogéneo y liderado por la triada Estados Unidos, Europa Occidental y Japón, cuando en realidad la bifurcación existente a partir del crecimiento Chino, no deja de ser un dato menor.
Donde se observa ello es en la pretensión de virar hacia el “Pacífico”, cuya primera escala está en el acuerdo regional formado por Colombia, Chile, Perú y México, y que tiene como punta de riel el tratado Transpacífico. Es subirse a un tren sin locomotora, ya que excluye al principal motor de la economía mundial, al margen de tener que sumarnos a un tratado cuyas normas fueron discutidas previamente, sólo adheriríamos y que expresan el interés nacional de Washington

El problema no es el tratamiento de la cuestión Malvinas, sino la estrategia general de inserción internacional que el gobierno está llevando a cabo.

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