Comentarios sueltos al texto
“Reflexiones sobre los desafíos de la Argentina…[1]
En los diversos medios nacionales, el
documento fue presentado como una base para construir una Política de Estado en
torno a las estrategias de vinculación de la Argentina con el Mundo.
Las Políticas de Estados son el resultado de
un delicado equilibrio entre una heterogénea variedad de intereses y valores
que conforman a una colectividad nacional. La llegada a ese punto es producto
de una puja donde los intereses y valores pasan de un punto de conflictividad a
otro de complementariedad y confluencia.
Pero la idea del consenso aquí propuesta, si
bien es una muestra de un amplio abanico opositor (PRO, UCC, Peronismo
Renovador y Federal), excluye claramente a las opciones progresistas,
como también al actual oficialismo.
No es producto del conjunto de las
expresiones de la vida política y social argentina, sino del consenso del establishment,
y aunque resulte ocioso señalarlo, éstos no representan los intereses de todos,
son solo un sector y no la sociedad toda.
Como lo enseño Juan Carlos Puig, las
políticas exteriores del país desde la última posguerra estuvieron marcadas por
una puja entre las tendencias de autonomía heterodoxa y de dependencia
racionalizada que en los años ochenta, esto lo agregamos nosotros, confluyen en
una estructura triangular (Argentina-Brasil-Estados Unidos) donde los sentidos,
o equilibrios como dijera Guillermo Figari, marcaron las diferencias entre los
diversos gobiernos que tuvieron lugar desde la restauración democrática.
Sin embargo, el documento, al ser una
expresión parcial, convierte los sentidos de nuestra política externa en
estructura, esto puede estar motivado en respuesta a cierto abandono del
pragmatismo que la segundo administración de Cristina Fernández de Kirchner
estaría siguiendo.
En este texto, se habla de una inserción
“adecuada” (1)[2]
frente a otra que no lo es y nunca definida explícitamente pero que recorre el
texto como un espectro.
El documento establece un orden de
prioridades para determinar una estrategia de inserción, primero del orden
global y luego la situación nacional, cuando en realidad una propuesta de este
tipo, debería partir de una determinación de las capacidades propias, las
asociaciones regionales para luego ver el funcionamiento del régimen
internacional.
Se sigue exactamente el camino inverso y no
es casualidad. El diseño global presentado se inserta dentro del
neo-institucionalismo liberal (2) y claramente se define dentro de los
objetivos de éste al señalar que nuestro país debería ser una “sociedad
abierta” (4)[3]
Para reafirmar esa condición también define a la Argentina como país occidental
(3), algo que ni Huntington, ni Escudé, para citar a dos pensadores del
establishment de las relaciones internacionales, avalarían. Esa caracterización
borra de un plumazo, algunas particularidades, no menores por cierto, de
nuestro país, como el hecho de ser un país periférico, subdesarrollado y,
latinoamericano.
La afirmación “los Estados que han tenido
éxito han sido aquellos que han conseguido vincular sus proyectos nacionales
con las corrientes más dinámicas de la realidad internacional…” (6) sería
correcta, aunque no parece respetar la lógica del texto, donde solo se
considera la demanda externa.
Ello es lo que justifica, en el mejor de los
casos, la apuesta de este sector por un neo-desarrollismo agrícola, bajo el
impulso, ya desfasado, del boon de los precios de los commodities, cuando
existe un claro retorno al deterioro de los términos del intercambio que desaconsejarían
esa jugada. Sin tener en cuenta además, el reducido papel de éste sector en el
Producto Bruto Interno y si es suficiente para sustentar a todos.
En cuanto a la vinculación de la política
exterior y de defensa es claramente retrógrado, ya que propone implícitamente el
involucramiento de las fuerzas armadas en temas de seguridad interna, con la
excusa que muchos de los delitos son transnacionales y volviendo al escenario
de la Doctrina de la Seguridad Nacional.
Aunque el documento rescata la integración
(12), y prioriza a Brasil (13), también señala sugestivamente que México como
otro gran socio (15), lo que nos lleva a pensar en qué tipo de plataforma están
pensando los distinguidos firmantes del documento, ¿es latinoamericana o sudamericana?
Insiste en que si no se hace lo que se
propone podemos quedar aislados, una categoría poco precisa y más adecuada a
discusiones de café que a una propuesta técnica para futuros gobiernos. (16)[4]
En la relaciones con los Emergente no ven al
país como un socio político para
construir alianzas con ellos, ante de los desafío de la globalización, sino simplemente
como un proveedor de alimentos. (16)
En el
tratamiento de Malvinas resulta poco creíble, ya que se asienta en la
tradicional posición argentina, en torno a los postulados de la Resolución
2065,[5] cuando muchos de los
firmantes son críticos de esos lineamientos, tanto por su acción política, como
por sus escritos.
Seguramente, los lineamientos para una futura
política externa deberán ajustarse a un aumento de los márgenes de maniobra del
país, para poder realizar los objetivos de una sociedad diversa y heterogénea
como la nuestra.
Existen resquicios en el sistema
internacional para ellos, mientras en la Guerra Fría, como señaló Juan Carlos
Puig, la existencia de un bloque rígido, era el fundamento para lograr una
autonomización progresiva para los actores inferiores del sistema. Hoy, cuando
este es flexible, no inviabiliza la autonomía, ya que el quinto precepto, la
puja extra-bloque, es la que permite la generación de estos márgenes necesarios.
Tenemos oportunidades en el escenario y no
debemos desaprovecharla.
[1] Nos referimos al texto producido por
el autodenominado Grupo Consenso “Reflexiones sobre los desafíos externos de la Argentina: Seremos afuera lo que
seamos adentro. Primer Documento”, auspiciado por el Consejo Argentino de
Relaciones Internacionales, disponible en: http://www.cari.org.ar/pdf/documento_grupoconsenso.pdf, consultado
el 5/5/2015.
[2] Los números entre paréntesis
corresponden al orden otorgado en la puntualización del documento.
[3] Resulta curiosa la expresión, tan
típica del pensamiento neoliberal y de uno de sus padres fundadores, Karl
Poper, en su ataque a las políticas keynesianas de posguerra.
[4] Recuérdese que durante la guerra fría
los impugnadores de las políticas autonómicas, acusaban a éstas de producir
aislamiento, categoría nunca determinada para su evaluación, cuando en realidad
existía tal situación, sino simplemente un rechazo antojadizo a ella.
[5] Y no 20/65, como indica el documento.
Más que interesante es el planteo respecto de ¿latinoamérica o sudámerica? como espacio de proyección.
ResponderEliminarTarde de mi parte, pero muchas gracias por el comentario
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