lunes, 30 de noviembre de 2020

 35 años de la Declaración de Foz y la alianza argentino-brasileña



Dr. Alejandro Simonoff

Desde su creación el Mercosur se constituyó en un útil instrumento de política exterior argentina para permitirle a las diversas administraciones sortear las tensiones generadas en el triángulo con Estados Unidos y Brasil en el que se hallaba inmersa.

Este esquema triangular fue producto de una “maduración conceptual” de nuestra política exterior donde el rol de Alfonsín fue determinante por dos cuestiones fundamentales que la habían caracterizado hasta ese momento: 1) no puede existir una oposición visceral, ni un alineamiento acrítico hacia los Estados Unidos; y, 2) el impulso de una política cooperativa hacia América Latina, con eje en Brasil. (Figari, 1993)

La primera cuestión se orientó a hacia construir una relación madura con Estados Unidos, con un punto de equilibrio entre los modelos occidentalista y latinoamericanistas que confrontaron durante gran parte de la Guerra Fría. Pero esta nueva orientación no sería completa sin tener en cuenta la nueva disposición cooperativa hacia la región con acento en Brasil, cosa que en el pasado no ocurría, ya que las primeras presumían la confrontación regional.

Si existió un elemento de continuidad en la política exterior argentina desde 1983, este fue la estructura triangular que puso al tope de nuestra agenda a Washington y Brasilia -utilizándolos como contrapesos-, en un marco predominantemente cooperativo, dejando a un lado las oscilaciones del pasado.

Las diferencias estuvieron en los sentidos en los que se utilizó dicho triángulo, con dos tendencias predominantes: la primera, la autonomista, que consistió en buscar márgenes de maniobra en el escenario internacional, como ocurrió durante los gobiernos de Alfonsín, Duhalde, Kirchner y Fernández de Kirchner que apuntaron a establecerlas con países de similares recursos y valores; y la segunda, las occidentalista o que privilegió la relación con la potencia hegemónica, en las administraciones de Menem y de la Rúa. Si bien en principio las administraciones de Mauricio Macri y Alberto Fernández pueden ser ubicadas como globalista y autonomista, respectivamente, el nuevo marco lleva a repensar tanto las estrategias como los instrumentos para su concreción.

Inicialmente existieron fuertes condicionantes, como el endeudamiento que generó la necesidad de acercarse a Washington para conseguir apoyo financiero, ya sea unilateral o de los organismos multilaterales que controla, lo que ocasionó una tensión en la búsqueda de un mayor marco autonómico. La primera opción también tuvo sus dificultades, ya sea por las transformaciones del sistema internacional, o por los de algún actor relevante para éste, como Brasil, y que nos pueda llevar hacia una “doble dependencia”. (Figari, 1997)

La relación con Brasil, debemos verla en el marco de un proceso de integración selectiva que reconoció un mismo origen con el giro realista de 1985: el fracaso del Consenso de Cartagena para el tratamiento de la deuda externa. Para que existiera el Mercosur fue necesario la construcción de una alianza entre Argentina y Brasil, que más allá de las cuestiones económicas y comerciales que sostuvieron su base material, [1] como lo dijo el Canciller de Alfonsín, Dante Caputo, “lo que queríamos era construir un núcleo política con mayor capacidad para promover nuestros intereses en ese mundo tan asimétrico en su distribución de poder.” (Caputo, 2015, 142)

La integración con Brasil se originó con los tratados firmados por Sarney y Alfonsín, y se consolidó con la formación del MERCOSUR. Fue la llamada Declaración de Foz Iguazú de noviembre de 1985 que comprendían: la promoción del mercado común entre ambos países que se podía ampliar a otros de América del Sur; aumentar el poder política y de negociación por un sistema de consulta previa; alcanzar al máximo de autosuficiencia en materias primas críticas, inversiones y bienes de capital; sustituir al dólar como moneda de intercambio; intensificar y permitir la cooperación científico-tecnológica principalmente en biotecnología, energía nuclear e infraestructura. E incluía dos acuerdos de cooperación bilateral en el tema nuclear y la creación de una comisión mixta de alto nivel para la cooperación y la integración (formada por cuatro subcomisiones: economía y comercio, transporte y comunicaciones, ciencia y tecnología y energía)

En julio de 1986 se firmó el Acta para Integración Argentino-Brasileña que formuló el Programa para la Integración y Cooperación Económica (PICE) con doce protocolos, que llegaron a ser 21, 18 funcionaron y uno fue rechazado (producción de material bélico) pero funcionaron bien los de bienes de capital que fue el más auspicioso al inicio y el de trigo (Argentina se cubrió de otras compras de Brasil como Canadá, Estados Unidos y Francia).

Para esta convergencia en política exterior entre Brasil y Argentina fueron determinantes la institucionalización democrática y las nuevas necesidades de Brasil tras el “milagro”.

Estos acuerdos marcaron el definitivo alejamiento del desinterés oscilante hacia la región, predominante en la segunda posguerra. Aunque esta continuidad estuvo marcada por una diferencia: en los ochenta la asociación buscaba fórmulas para ganar autonomía a través de la coordinación política, y en la década siguiente se la planteó como una escala en el proceso de globalización. Por esos motivos, este instrumento no estuvo exento de tensiones entre sus miembros por la falta de adecuación de políticas comunes, entre ellas el lugar de la relación con la Casa Blanca.

Bibliografía

Caputo, Dante. 2015. Un péndulo austral. Argentina entre el populismo y el establishment. Buenos Aires, Capital Intelectual.

Figari, Guillermo. 1993. Pasado, presente y futuro de la política exterior argentina. Buenos Aires, Biblos.

Figari, Guillermo. 1997. De Alfonsín a Menem. Política exterior y globalización. Buenos Aires, Memphis.

 



[1] Brasil era una de las hipótesis de conflicto, pero el acercamiento comenzó desde 1979 con el acuerdo tripartito y en la representación en Londres durante la guerra